"El tálamo"

Esta fiesta se celebraba en el domingo siguiente a al festividad de la Virgen de Argeme, en septiembre.
Simboliza la boda de la Virgen, justo después de la recogida de las cosechas, época que aprovechaban las parejas de novios, para unirse en matrimonio, a consecuencia del mayor desahogo económico que éstas poseían con la venta de las mismas. Naturalmente, este pretexto fue desapareciendo, como muchos otros elementos de la fiesta hasta finalmente extinguirse.

En el día del Tálamo, se celebraba una procesión que iba de la Casa de los Mayordomos a la plaza, donde se instalaba a la Virgen del Rosario, y vuelta a la casa de los mayordomos, donde se depositaba el trigo que los participantes, en su mayoría, mujeres, llevaban en cuartillas, alforjas o costales, y que supone la “maná” que se regala a la Virgen en su boda. La procesión la encabezaban algunas de las Prioras, vestidas con mantilla, y la cerraban las demás, vestidas con traje típico de Torrejoncillo, las “Sayas”. Al llegar a la plaza, donde se encontraba la imagen de la Virgen, la procesión pasaba por delante de la misma haciendo una reverencia.

Ya en el lunes, por la mañana, las “Prioras” iban casa por casa recordando a los vecinos que por la tarde pasarían recogiendo la “maná”; y por la tarde, vestidas de “sayas” y acompañadas de un tamborilero, iban bailando por todas las plazuelas del pueblo y recogiendo la “maná” de la Virgen (trigo o dinero), ayudadas por los “diputados”, nombre con el que se denominaba a los Mayordomos y allegados que los acompañaban.

La variación de la fiesta, tal y como se celebra ahora, es ostensible. La participación en la procesión se reduce a niños, y el lunes, las “Prioras” no van vestidas de “sayas”, ni bailando al son de un tamborilero ni acompañadas de los “diputados”. Simplemente, van con una bandeja pidiendo dinero y en algunas ocasiones se hacen notar con el sonido impersonal de un magnetófono.  

(Texto recopilado de la Revista "El telar 1994"

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