Mostrando entradas con la etiqueta Fiestas del pasado. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Fiestas del pasado. Mostrar todas las entradas

"El tálamo"

Esta fiesta se celebraba en el domingo siguiente a al festividad de la Virgen de Argeme, en septiembre.
Simboliza la boda de la Virgen, justo después de la recogida de las cosechas, época que aprovechaban las parejas de novios, para unirse en matrimonio, a consecuencia del mayor desahogo económico que éstas poseían con la venta de las mismas. Naturalmente, este pretexto fue desapareciendo, como muchos otros elementos de la fiesta hasta finalmente extinguirse.

En el día del Tálamo, se celebraba una procesión que iba de la Casa de los Mayordomos a la plaza, donde se instalaba a la Virgen del Rosario, y vuelta a la casa de los mayordomos, donde se depositaba el trigo que los participantes, en su mayoría, mujeres, llevaban en cuartillas, alforjas o costales, y que supone la “maná” que se regala a la Virgen en su boda. La procesión la encabezaban algunas de las Prioras, vestidas con mantilla, y la cerraban las demás, vestidas con traje típico de Torrejoncillo, las “Sayas”. Al llegar a la plaza, donde se encontraba la imagen de la Virgen, la procesión pasaba por delante de la misma haciendo una reverencia.

Ya en el lunes, por la mañana, las “Prioras” iban casa por casa recordando a los vecinos que por la tarde pasarían recogiendo la “maná”; y por la tarde, vestidas de “sayas” y acompañadas de un tamborilero, iban bailando por todas las plazuelas del pueblo y recogiendo la “maná” de la Virgen (trigo o dinero), ayudadas por los “diputados”, nombre con el que se denominaba a los Mayordomos y allegados que los acompañaban.

La variación de la fiesta, tal y como se celebra ahora, es ostensible. La participación en la procesión se reduce a niños, y el lunes, las “Prioras” no van vestidas de “sayas”, ni bailando al son de un tamborilero ni acompañadas de los “diputados”. Simplemente, van con una bandeja pidiendo dinero y en algunas ocasiones se hacen notar con el sonido impersonal de un magnetófono.  

(Texto recopilado de la Revista "El telar 1994"

Las ferias de Junio

Las ferias de Torrejoncillo, se celebraban el 26 y 27 de junio. El primero de estos días, por la mañana, se organizaba la Feria del Ganado, en la denominada Laguna de Abajo (la situada en la parte izquierda del puente de la carretera de Ciudad Rodrigo en dirección a Coria)

Una banda de música despertaba estos días a los vecinos con una alegre diana floreada. La misma banda, se encargaba después de dar un concierto a medio día en el atrio de la Iglesia, en la Plaza Mayor, donde se instalaban puestos de turrón, helados, vendedores ambulantes, como el popular “Señor Rufo”, y tómbolas. También había desfiles matinales de Gigantes y Cabezudos para los niños; y en las plazuelas de Don Lorenzo Díaz y el “Fomento”, se instalaban atracciones infantiles y juveniles, como carruseles, caballitos, voladoras, barcas… De vez en cuando, algún circo que otro en las afueras del pueblo. En las dos noches, se organizaban unas estupendas verbenas, a las que la gente acudía con sus mejores trajes y galas; y en el transcurso de la misma, tenía lugar una quema de fuegos artificiales.

La Feria del Ganado fue perdiendo importancia, y por último desapareció, seguramente debido a la proximidad en fecha y lugar de otra más importante como la que se celebraba en Coria el día de San Pedro, el 29 de junio. Los “Sanjuanes” de la misma localidad se encargarán, de estropear primero, y provocar su desaparición después, al incrementar los días de celebración de éstos, haciendo coincidir sus últimos días con las Ferias de Torrejoncillo. Los mismos torrejoncillanos, prefirieron los “Sanjuanes” a su propia fiesta.

(Texto recopilado de la Revista "El Telar 1992")

"San Crispín", patrón de los zapateros

De la palabra griega krhpiV (crepís), que significa zapato, calzado, se forma el sobrenombre Crepín, que significa zapatero, y que luego, al no tener suficiente acomodo en la lengua española (aunque sí en la francesa, de la que es originario), se asimila al más parecido, que es Crispín, derivado del latín crispinus o crispus, que significa "de cabello rizado, ensortijado" y que nos dará el apellido "Crespo". Por esos caminos laberínticos vino San Crispín a ser elegido por los zapateros como su santo patrono.

Es curiosa y divertida, la leyenda de los hermanos San Crepín y San Crepiniano, llamados también San Crispín y San Crispiniano. Eran  pues, dos nobles romanos que fueron enviados a evangelizar las Galias, por lo que son considerados los apóstoles del Norte de Francia. Para no ser onerosos a sus fieles, se mantenían ejerciendo el oficio de zapateros, de ahí su patronazgo sobre ese gremio. En la persecución de Diocleciano, después de atroces tormentos que soportaron estoicamente, fueron decapitados. Esto ocurría en el año 285, en Soissons. Sus cabezas se veneran en Roma, en la iglesia de San Lorenzo, mientras sus cuerpos quedaron en Soissons. Son muy venerados en Francia.
Después de esta explicación y a lo que a Torrejoncillo, nuestro pueblo, se refiere, San Crispín era y es, el “Patrón de los Zapateros”. Su festividad tenía lugar el 25 de Octubre. Era festejado por un importante gremio artesanal hasta bien avanzada la década de los sesenta, dado que gozábamos de un gran potencial zapatero.

Este gremio  llegó a estar compuesto por más de cuatrocientos hombres y unas doscientas mujeres, distribuidos en unas veinticinco fábricas, y organizados, antes de la Guerra Civil, en una Sociedad de Zapateros, con sede en la Casa del Pueblo. En fechas posteriores sufrió modificaciones y el número de asociados fue decayendo hasta finalmente, desaparecer.

La fiesta consistía en una Misa, en honor del santo, seguida de una procesión, convite y para finalizar, baile. Había  algunos patrones zapateros que invitaban a sus empleados a una suculenta comida campestre.

Algunos años, había Mayordomos, que corrían con todos los gastos de la fiesta. Los años que no había Mayordomía, los gastos corrían por cuenta de todos los empresarios de fábricas de zapatos.

Con la crisis de esta industria, los zapateros fueron disminuyendo hasta casi desaparecer en Torrejoncillo. La emigración de 1955 a 1960 era inevitable, y también la desaparición de una fiesta que había quedado sin protagonistas.
Actualmente está fiesta ya no se celebra puesto que apenas contamos con una familia zapatera que sigue contra viento y marea, realizando zapatos como antaño y siendo protagonistas de un legado tan importante como fue la fabricación de zapatos en Torrejoncillo.