
Pero, ¿qué es una dehesa?... pues,
se me antoja que es muy fácil definirla e identificarla, es un ecosistema
creado por la mano del hombre, que parte del bosque y matorral mediterráneo y
nace y se extiende como un ecosistema nuevo y bien diferenciado del anterior. Es
una despensa natural donde cientos de especies viven y/o se alimentan de ella,
incluido el ser humano. Guarda una gran belleza en épocas de otoño, invierno y
primavera, sobre todo si las lluvias hacen acto de presencia.

La dehesa, está formada
principalmente por la familia de los Quercus;
encinas (Quercus ilex) y alcornoques (Quercus
suber) y se diferencia del bosque
mediterráneo en que éste, está repleto de un espesa y abundante masa de
matorrales, mientras que la dehesa está limpia y cuidada de matorrales, debido
a dos factores, la existencia del ganado que limpia la zona y la mano del
hombre, ya que se dedica a cuidar y mantener los Quercus, aprovechando las podas para la fabricación de picón, leña,
carbón… También se aprovecha el hombre de las preciadas bellotas para el ganado
porcino; y del corcho de los alcornoques que suele utilizarse como aislante
térmico, fabricación de tapones para las botellas de vino…
No hay nada más gratificante como
dar un paseo por una de esas dehesas extremeñas que tenemos, pero sin ir más
lejos, nos vamos a centrar en la de Torrejoncillo. Accederemos a ella,
empezando nuestro particular paseo por el “Puente
La Lancha ”
y el “Arroyo Monrobel”, que ahora se
torna cargado de agua y esplendor debido a las últimas lluvias. Miramos a
nuestra izquierda y el arroyo forma pequeñas cascadas y corrientes que aparecen
y desaparecen entre las zarzas que se encuentran a su paso. Avanzamos y tenemos
a nuestro alrededor largas paredes de pizarras impasibles al paso del tiempo
que delimitan los huertos de los vecinos. Continuaremos paralelos a la carretera
durante unos metros hasta adentrarnos debajo del puente para acceder al camino
que nos llevará a la dehesa.

Ya estamos en la dehesa, y nada
más entrar observamos el cartel “Población micorrizada” que tenemos a nuestra izquierda y en la que además de
encinas, encontramos algún que otro alcornoque, con corcho bornizo, por no
haberse realizado aún la saca, bien por no tener el grosor adecuado o bien por
no poder hacerlo por la forma del tronco que presentan algunos de ellos.

Hoy no es el caso, pero es
frecuente ver al Cormorán Grande, Garceta Común, Garza Real, Gaviota Blanca, Cigüeñuela,
Andarríos, Lavandera Blanca, Avefría o
Aguanieves… todo un elenco de avifauna que tenemos a escasos metros de la
localidad.

Nos habíamos quedado en la
laguna, pero este no es nuestro destino, debemos continuar adelante y empezaremos
a ver a nuestra derecha una reciente repoblación que a duras penas intenta
continuar adelante y que de aquí a unos cuantos años, hará o debería dar una
floreciente masa de encinas. A nuestra izquierda tenemos delimitado por unas
alambradas el campo de tiro al plato y justo detrás, “La pedrera”, lugar donde hasta hace unos años se extraían lanchas
de nuestra característica pizarra y que hoy presenta un estado no muy bueno.
Ya nos alcanza la vista, para observar uno de
nuestros tesoros más importantes, al menos para mí lo es, se trata nuestro “Torreón”, ahí solitario, erigido en un
pequeño alto de un cerro, impasible, duradero y apreciado por unos cuantos.
Pero antes de llegar al Torreón, que se encuentra a la izquierda del camino,
tenemos en frente y un poco más cercana a nosotros, la “Casa del Vaquero”, construcción más moderna y abandonada a su
suerte, que en su día fue el refugio del cuidador del ganado de la dehesa y que
hoy, como decía, esta allí, abandonada, descuidada y por si fuera poco, hace
unos meses saqueada, le faltan las viejas ventanas y las puertas de chapa
oxidadas.
Ante la puerta de la casa es posible ver parte
de las piedras de pizarra y granito que formaban los muros del torreón y que
ante el desuso del mismo, las gentes del lugar les dieron otras utilidades y
las transportaron hasta este y otros lugares.

Nos sentaremos aquí, en este
lugar a reflexionar y disfrutar del sitio, de la naturaleza, dejaremos nuestros
sentidos volar a su antojo, oír a los pajarillos, ver al milano merodear por la
zona en busca de algo de comida; una partida de aguanieves se posan en los
verdes campos, las vacas pastando libremente como dueñas y señoras de la
dehesa…, es sin duda un placer poder disfrutar a diario de este paisaje, de
esta postal, de estas vistas, de esta naturaleza viva y pura.

Sin duda, ha sido una gran
jornada que se ha de repetir muy a menudo, porque tenemos y debemos valorar
este paraíso al alcance de unos pocos, y, muy apreciado, por quien no lo tiene
cercano. Así que, os animo a visitar nuestra dehesa y a disfrutar de nuestra naturaleza.
S.R.M.
No hay comentarios:
Publicar un comentario