El “Pañuelo del Gajo”, es una de las creaciones más típicas y artesanales de Torrejoncillo. Su laborioso procedimiento de bordado, es una difícil tarea en la que la ingente cantidad de lentejuelas, canutillos y demás, se engarzan de tal manera que el resultado es una magnifica obra de arte. Las bordadoras de estos pañuelos, cuidan con esmero la colocación de las labores, para que el detalle y los remates, sean perfectos.
El contemplar los pañuelos del gajo cada ver que una torrejoncillana lo luce, es valorar igualmente este laborioso trabajo, y es rara la persona forastera que no cae en las redes de su encanto personal, sintiendo el curioso deseo de saber de que forma se realiza los bordados. El llamativo relucir de sus lentejuelas, los resultados adornos, son los componentes que transmiten a la gente el colorido y la belleza de esta variedad artesanal torrejoncillana.
Pero para la mayoría de la gente, tanto torrejoncillanos, como forasteros, el origen del pañuelo del gajo se nos muestra confuso, ya que a todos nos parece que el pañuelo del gajo se ha bordado siempre.
El primer pañuelo del gajo que se bordo, tuvo a varias personas como protagonistas de su creación. A petición de Míguela Martín y Felipe Sánchez, se realizo unos dibujos que sirvieran de referencia a la anterior para realizar los bordados. Esto sucedía hace unos 102 años al día de este escrito aproximadamente, y estamos seguros de que jamás hubieran pensado que su efecto e incidencia sobre la población torrejoncillana, e incluso sobre su historia, iba a causar su novedosa creación. Su composición era la misma que ahora, en cuanto a los bordados. Los primeros pañuelos, no llevaban ni mariposas ni pájaros, que fueron introducidos posteriormente por Francisca Martín. El pañuelo del gajo, debe su nombre a los gajos de uva que contemplan la maravillosa obra de arte, junto con las hojas y demás bordados.
Pero la explicación más razonable que s e encuentra en la creación de los pañuelos del gajo, puede estar en lo pañuelos de “Merino”. Estos eran de las telas de Merino, que eran los pañuelos estampados con un clavel y tres hojas y cuyo origen desconocemos. Lo que si sabemos, es que hace mas de 100 años, estos pañuelos eran de un consumo común para las mujeres de familias pudientes de Torrejoncillo, ya que su precio era de 15 pesetas, cuando los sueldos no eran ni de una peseta.
Por ello, es posible que la creación del pañuelo del gajo, fuera una iniciativa personal por hacer una composición que se asemejase a los de merino, ya que se encuentra una cierta similitud entre las hojas de pañuelo de merino con las de pañuelo del gajo. Es destacable pues, que si, fue un intento de realizar una copia, inexacta, de los pañuelos de merino, se supero holgadamente el original, ya que la valoración del pañuelo hecho artesanalmente, mas artístico, es digno de elogio.
Es la gamo de colores originario, tanto del pañuelo de merino como la del gajo, encontramos que el mas utilizado es el morado, y después el negro. Entonces el azul no se utilizaba. Las variedades que mas se llevaban, era el pañuelo morado con las sayas verdes; pañuelo negro con las sayas amarillas, y una tercera, el pañuelo de mantón de Manila con las sayas rojas. La incorporación del color azul es bastante posterior y se remonta a fechas mas recientes.
Pero encontramos una diferencia entre el pañuelo del gajo original y el contemporáneo, y es que anteriormente solo se utilizaban abalorios plateados, ya que no había otros. En la actualidad se utilizan tanto plateados como dorados, además de las mariposas, uvas y pájaros, que contemplan el recargado, colorido y artesano pañuelo del gajo. Respecto a la forma de bordar, ha sido siempre la misma. Primero, el dibujo efectuado en papel de seda, en su posterior fijación sobre la tela del pañuelo; seguidamente, las puntadas sobre el cordón blanco que remarca y resalta los dibujos sobre el oscuro fondo de la tela; por la parte de dejado, el forro se encarga de recibir las puntadas y evitar que la tela se abra, pues el numero de puntadas que se aplican con los bordados, es incalculable. Una vez fijado el cordón, se comienza la trabajosa tarea de colocación de abalorios, canutillos y lentejuela. Ya finalizado este proceso, se añaden las uvas. Todo el trabajo se realiza en tambores de madera, que giran sus patas para facilitar la postura que adopta la bordadora para ejecutar sus artesanales puntadas en la tela del pañuelo. Es muy importante, y hay que recalcarlo muy bien, que el dibujo, una vez colocado sobre la tela, tiene que estar bien centrado, pues hay pañuelos que a pesar de tener un magnifico bordado, pierden toda su expresión al observar que el centrado del dibujo no coincide con las puntas del pañuelo, causando así un efecto óptico muy desfavorable para la persona que lo luce, y restándole merito a la bordadora.
En cuanto al coste del pañuelo del gajo, creemos que era exactamente igual a los de merino, por el hecho de que solo lo poseían personas con la capacidad económica suficiente como para pagar esta artesanal obra.
La utilización del pañuelo del gajo, se reducía a los carnavales, poniéndose además la mantilla. Una vez iniciada la tradición de la ofrenda de flores a la Virgen Inmaculada, se ha generalizado mucho más la utilización del pañuelo del gajo, hasta el punto de que es raro la casa en Torrejoncillo en el que no hay uno. Asimismo, la adquisición de estos pañuelos es más asequible a toda la gente, puesto que el precio se ha ido moderando bastante, comparándolo a su precio original, y en la relación salario-precio que impedía a la mayor parte de la gente el poseer tan magnifica labor.
En cuanto a las bordadoras del pañuelo del gajo, hay que destacar a las que antiguamente lo hacían, como Francisca Martín, Miguela Martín, etc.. y a las que en la actualidad lo hacen, Paula Martín, Gonzalo Clemente, Leandro Vidal, Sagrario Alviz, Ana Setién.
El contemplar los pañuelos del gajo cada ver que una torrejoncillana lo luce, es valorar igualmente este laborioso trabajo, y es rara la persona forastera que no cae en las redes de su encanto personal, sintiendo el curioso deseo de saber de que forma se realiza los bordados. El llamativo relucir de sus lentejuelas, los resultados adornos, son los componentes que transmiten a la gente el colorido y la belleza de esta variedad artesanal torrejoncillana.
Pero para la mayoría de la gente, tanto torrejoncillanos, como forasteros, el origen del pañuelo del gajo se nos muestra confuso, ya que a todos nos parece que el pañuelo del gajo se ha bordado siempre.
El primer pañuelo del gajo que se bordo, tuvo a varias personas como protagonistas de su creación. A petición de Míguela Martín y Felipe Sánchez, se realizo unos dibujos que sirvieran de referencia a la anterior para realizar los bordados. Esto sucedía hace unos 102 años al día de este escrito aproximadamente, y estamos seguros de que jamás hubieran pensado que su efecto e incidencia sobre la población torrejoncillana, e incluso sobre su historia, iba a causar su novedosa creación. Su composición era la misma que ahora, en cuanto a los bordados. Los primeros pañuelos, no llevaban ni mariposas ni pájaros, que fueron introducidos posteriormente por Francisca Martín. El pañuelo del gajo, debe su nombre a los gajos de uva que contemplan la maravillosa obra de arte, junto con las hojas y demás bordados.
Pero la explicación más razonable que s e encuentra en la creación de los pañuelos del gajo, puede estar en lo pañuelos de “Merino”. Estos eran de las telas de Merino, que eran los pañuelos estampados con un clavel y tres hojas y cuyo origen desconocemos. Lo que si sabemos, es que hace mas de 100 años, estos pañuelos eran de un consumo común para las mujeres de familias pudientes de Torrejoncillo, ya que su precio era de 15 pesetas, cuando los sueldos no eran ni de una peseta.
Por ello, es posible que la creación del pañuelo del gajo, fuera una iniciativa personal por hacer una composición que se asemejase a los de merino, ya que se encuentra una cierta similitud entre las hojas de pañuelo de merino con las de pañuelo del gajo. Es destacable pues, que si, fue un intento de realizar una copia, inexacta, de los pañuelos de merino, se supero holgadamente el original, ya que la valoración del pañuelo hecho artesanalmente, mas artístico, es digno de elogio.
Es la gamo de colores originario, tanto del pañuelo de merino como la del gajo, encontramos que el mas utilizado es el morado, y después el negro. Entonces el azul no se utilizaba. Las variedades que mas se llevaban, era el pañuelo morado con las sayas verdes; pañuelo negro con las sayas amarillas, y una tercera, el pañuelo de mantón de Manila con las sayas rojas. La incorporación del color azul es bastante posterior y se remonta a fechas mas recientes.
Pero encontramos una diferencia entre el pañuelo del gajo original y el contemporáneo, y es que anteriormente solo se utilizaban abalorios plateados, ya que no había otros. En la actualidad se utilizan tanto plateados como dorados, además de las mariposas, uvas y pájaros, que contemplan el recargado, colorido y artesano pañuelo del gajo. Respecto a la forma de bordar, ha sido siempre la misma. Primero, el dibujo efectuado en papel de seda, en su posterior fijación sobre la tela del pañuelo; seguidamente, las puntadas sobre el cordón blanco que remarca y resalta los dibujos sobre el oscuro fondo de la tela; por la parte de dejado, el forro se encarga de recibir las puntadas y evitar que la tela se abra, pues el numero de puntadas que se aplican con los bordados, es incalculable. Una vez fijado el cordón, se comienza la trabajosa tarea de colocación de abalorios, canutillos y lentejuela. Ya finalizado este proceso, se añaden las uvas. Todo el trabajo se realiza en tambores de madera, que giran sus patas para facilitar la postura que adopta la bordadora para ejecutar sus artesanales puntadas en la tela del pañuelo. Es muy importante, y hay que recalcarlo muy bien, que el dibujo, una vez colocado sobre la tela, tiene que estar bien centrado, pues hay pañuelos que a pesar de tener un magnifico bordado, pierden toda su expresión al observar que el centrado del dibujo no coincide con las puntas del pañuelo, causando así un efecto óptico muy desfavorable para la persona que lo luce, y restándole merito a la bordadora.
En cuanto al coste del pañuelo del gajo, creemos que era exactamente igual a los de merino, por el hecho de que solo lo poseían personas con la capacidad económica suficiente como para pagar esta artesanal obra.
La utilización del pañuelo del gajo, se reducía a los carnavales, poniéndose además la mantilla. Una vez iniciada la tradición de la ofrenda de flores a la Virgen Inmaculada, se ha generalizado mucho más la utilización del pañuelo del gajo, hasta el punto de que es raro la casa en Torrejoncillo en el que no hay uno. Asimismo, la adquisición de estos pañuelos es más asequible a toda la gente, puesto que el precio se ha ido moderando bastante, comparándolo a su precio original, y en la relación salario-precio que impedía a la mayor parte de la gente el poseer tan magnifica labor.
En cuanto a las bordadoras del pañuelo del gajo, hay que destacar a las que antiguamente lo hacían, como Francisca Martín, Miguela Martín, etc.. y a las que en la actualidad lo hacen, Paula Martín, Gonzalo Clemente, Leandro Vidal, Sagrario Alviz, Ana Setién.
VINELUDAPEJUMI
3 comentarios:
Hola. Excelente artículo. Es muy difícil encontrar información tan detallada del magnífico Pañuelo de Gajo de vuestro pueblo. Si fuera posible, me gustaría saber qué tipo de tela se usa para el forro y su color, pues desconocía ese detalle; y si hay algún sitio o página dónde se pudiera obtener más información de cómo se realiza esta obra de arte. Gracias de antemano.
hola necesito saber que clase de tela hace falta y por favor las medidas para el pañuelo del gajo gracias
rocioduque1989@hotmail.com
Soy de Cáceres y me gustaría hacerme un pañuelo de estos tan bonitos.¿ Hay alguien que enseñe a hacerlo? Gracias
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