La mayor parte de la industria zapatera de Torrejoncillo, tiene una procedencia familiar, y no nos ha sido posible concretar el establecimiento de los primeros talleres de calzado en el pueblo. La aproximación más cercana nos sitúa a mediados del siglo pasado, y tiene su fundamento en el arraigo de 5 generaciones de una misma familia que aun trabaja el producto.
La industria del calzado ha tenido una gran importancia en el ámbito local, y a lo largo de su historia, se han sucedido distintas situaciones, siendo de gran interés la que discurre en los años cuarenta de este siglo, y en la cual, la zapatería alcanzaba su apogeo.
Los talleres de Torrejoncillo se destacaban por la variedad de tipos de calzado que se fabricaban, pero los más comunes eran los siguientes:
-Borceguí (Borceguin): Constaba de tres piezas de piel bobina, era la bota más común y llegaba hasta el tobillo, cerrando al lado exterior del pie, con tres hebillas.
-También se hacia la Bota Rusa, la de fuelle o elástico. Todas ellas, parecidas, variando únicamente la forma de cierre.
-Sandalias.
Los materiales que principalmente se usaban eran principalmente piel bobina y la vaquetilla, que es la piel de los terneros jóvenes.
Se utilizaba también la badana, que es la piel de las cabras, esta piel se utilizaba para los cuellos y las faldas de las botas. Las plantas de estas eran de cuero prensado, colocando dos o tres tapas para formar la suela. Con el avance de la industria, y al aumentar el número de vehículos se empezó a utilizar las cubiertas de las ruedas de los camiones debido a su gran resistencia.
Todo el material que se utilizaba para realizar el trabajo, era suministrado por fábricas de curtidos de pieles de la zona, o incluso de una fábrica de curtidos de pieles que existió en Torrejoncillo, propiedad de uno de los industriales mas importantes del pueblo.
La organización de los talleres era la siguiente:
-Cortadores: normalmente eran los propietarios de los talleres, y su labor consistía en el corte de las piezas para la composición. En los talleres más fuertes económicamente, este tamaño también lo desempeñaban obreros con este único empleo.
-Aparadoras: este nombre viene del trabajo de aparar, que consistía de unir las piezas cosiéndolas unas con otras, quedando formada la parte superior del calzado. Normalmente lo realizaban mujeres.
-Oficiales: eran los encargados de ahormar el calzado, colocándolo en la horma, posteriormente colocaban la planta y la suela, finalizando la pieza.
-También existía la figura del aprendiz, que realizaba los trabajos menos importantes, como los recortes etc.
La venta del material correspondía al propietario, que acudía a las ferias de la provincia con una carga de calzado y normalmente no volvía hasta que vendía la mayor parte de la misma. Las ventas fuera de la provincia se hacían y se hacen a través de representantes en las principales ciudades.
Pero en la historia del calzado Torrejoncillano, han influido ciertos acontecimientos ocurridos tanto en España como en el extranjero. En la década de los años 30, la industria del calzado empezó a tener gran importancia en la localidad, ya que fue aumentando la cantidad de talleres y de empleados. Al llegar la Guerra Civil Española, muchos de estos empleados fueron llamados para combatir, con lo cual, el numero de trabajadores se vio reducido de forma importante. A causa de esto, algunos talleres se vieron obligados a buscar mano de obra en las localidades cercanas. Otra de las razones que indujeron a los fabricantes esa mano de obra, fue que el estado les obligo a trabajar para el ejercito. Este trabajo lo realizaron todos los talleres existentes, y el propio estado se encargaba de suministra el material, que llegaba a Torrejoncillo y se repartía equitativamente entre todos ellos. Al terminar la guerra civil esta industria sufrió una crisis, causada por la falta de recursos económicos y por el mal estado del país. En esta crisis se acumulo gran material en los almacenes de los talleres a causa del falta de venta. Por este motivo, en esta época se vendía el calzado muy barato, e incluso llegaron a perder dinero. Algunos de los trabajadores de estos talleres, en el tiempo de la siega se iban a dar días, ya que se ganaba en un día de siega mas dinero que en el taller.
Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, los talleres de Torrejoncillo, al igual que otras regiones, firmaron un contrato con el estado italiano para el suministro del calzado durante la guerra, por el cual se les entrego una señal. Pero con el avance de la misma, se invadió Sicilia, y en este momento, el agregado comercial de la embajada italiana se retracto del contrato, perdiendo la señal que se le había dado a los talleres. Con esta operación, los talleres ganaron algo de dinero, ya que dicha señal no les fue reclamada, y se quedaron con el. Además pudieron volver a vender el mismo material.
A partir de entonces, empezó la mejor época de esta industria, en la década de los 40, Torrejoncillo contaba con unos 15 talleres de calzado en los cuales se empleaba a 500 personas aproximadamente. El capital obtenido de estos buenos años, lo invirtieron los fabricantes en la compra de fincas y otras propiedades, en lugar de invertirlo en sus talleres, los cuales estaban necesitados de mecanización e innovación de nuevos elementos. Al no poder competir con otros puntos de fabricación, el trabajo fue disminuyendo, ya que la mano de obra se encareció.
En la segunda mitad de la década de los 50, comenzó la emigración al no existir suficiente trabajo. Hasta comienzos de los años 60 no se instalaron las primeras maquinas. Estas eran las de aparar y montar el calzado.
Actualmente solamente existe un taller de calzado en Torrejoncillo.
La industria del calzado ha tenido una gran importancia en el ámbito local, y a lo largo de su historia, se han sucedido distintas situaciones, siendo de gran interés la que discurre en los años cuarenta de este siglo, y en la cual, la zapatería alcanzaba su apogeo.
Los talleres de Torrejoncillo se destacaban por la variedad de tipos de calzado que se fabricaban, pero los más comunes eran los siguientes:
-Borceguí (Borceguin): Constaba de tres piezas de piel bobina, era la bota más común y llegaba hasta el tobillo, cerrando al lado exterior del pie, con tres hebillas.
-También se hacia la Bota Rusa, la de fuelle o elástico. Todas ellas, parecidas, variando únicamente la forma de cierre.
-Sandalias.
Los materiales que principalmente se usaban eran principalmente piel bobina y la vaquetilla, que es la piel de los terneros jóvenes.
Se utilizaba también la badana, que es la piel de las cabras, esta piel se utilizaba para los cuellos y las faldas de las botas. Las plantas de estas eran de cuero prensado, colocando dos o tres tapas para formar la suela. Con el avance de la industria, y al aumentar el número de vehículos se empezó a utilizar las cubiertas de las ruedas de los camiones debido a su gran resistencia.
Todo el material que se utilizaba para realizar el trabajo, era suministrado por fábricas de curtidos de pieles de la zona, o incluso de una fábrica de curtidos de pieles que existió en Torrejoncillo, propiedad de uno de los industriales mas importantes del pueblo.
La organización de los talleres era la siguiente:
-Cortadores: normalmente eran los propietarios de los talleres, y su labor consistía en el corte de las piezas para la composición. En los talleres más fuertes económicamente, este tamaño también lo desempeñaban obreros con este único empleo.
-Aparadoras: este nombre viene del trabajo de aparar, que consistía de unir las piezas cosiéndolas unas con otras, quedando formada la parte superior del calzado. Normalmente lo realizaban mujeres.
-Oficiales: eran los encargados de ahormar el calzado, colocándolo en la horma, posteriormente colocaban la planta y la suela, finalizando la pieza.
-También existía la figura del aprendiz, que realizaba los trabajos menos importantes, como los recortes etc.
La venta del material correspondía al propietario, que acudía a las ferias de la provincia con una carga de calzado y normalmente no volvía hasta que vendía la mayor parte de la misma. Las ventas fuera de la provincia se hacían y se hacen a través de representantes en las principales ciudades.
Pero en la historia del calzado Torrejoncillano, han influido ciertos acontecimientos ocurridos tanto en España como en el extranjero. En la década de los años 30, la industria del calzado empezó a tener gran importancia en la localidad, ya que fue aumentando la cantidad de talleres y de empleados. Al llegar la Guerra Civil Española, muchos de estos empleados fueron llamados para combatir, con lo cual, el numero de trabajadores se vio reducido de forma importante. A causa de esto, algunos talleres se vieron obligados a buscar mano de obra en las localidades cercanas. Otra de las razones que indujeron a los fabricantes esa mano de obra, fue que el estado les obligo a trabajar para el ejercito. Este trabajo lo realizaron todos los talleres existentes, y el propio estado se encargaba de suministra el material, que llegaba a Torrejoncillo y se repartía equitativamente entre todos ellos. Al terminar la guerra civil esta industria sufrió una crisis, causada por la falta de recursos económicos y por el mal estado del país. En esta crisis se acumulo gran material en los almacenes de los talleres a causa del falta de venta. Por este motivo, en esta época se vendía el calzado muy barato, e incluso llegaron a perder dinero. Algunos de los trabajadores de estos talleres, en el tiempo de la siega se iban a dar días, ya que se ganaba en un día de siega mas dinero que en el taller.
Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, los talleres de Torrejoncillo, al igual que otras regiones, firmaron un contrato con el estado italiano para el suministro del calzado durante la guerra, por el cual se les entrego una señal. Pero con el avance de la misma, se invadió Sicilia, y en este momento, el agregado comercial de la embajada italiana se retracto del contrato, perdiendo la señal que se le había dado a los talleres. Con esta operación, los talleres ganaron algo de dinero, ya que dicha señal no les fue reclamada, y se quedaron con el. Además pudieron volver a vender el mismo material.
A partir de entonces, empezó la mejor época de esta industria, en la década de los 40, Torrejoncillo contaba con unos 15 talleres de calzado en los cuales se empleaba a 500 personas aproximadamente. El capital obtenido de estos buenos años, lo invirtieron los fabricantes en la compra de fincas y otras propiedades, en lugar de invertirlo en sus talleres, los cuales estaban necesitados de mecanización e innovación de nuevos elementos. Al no poder competir con otros puntos de fabricación, el trabajo fue disminuyendo, ya que la mano de obra se encareció.
En la segunda mitad de la década de los 50, comenzó la emigración al no existir suficiente trabajo. Hasta comienzos de los años 60 no se instalaron las primeras maquinas. Estas eran las de aparar y montar el calzado.
Actualmente solamente existe un taller de calzado en Torrejoncillo.
CALZADOS ROSBRAV
Texto recopilado de la revista El Telar de 1994.
VINELUDAPEJUMI
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