"Las Guatas" de Torrejoncillo

Las guatas se hacían de desperdicios de trapos, ropa vieja y algodón. El proceso de fabricación tenía varios pasos hasta llegar a adquirir su forma definitiva. Todos los pasos eran realizados manualmente a pesar de que un elemento fundamental, como eran las máquinas acompañaban el trabajo de las mujeres. Las guatas se utilizaban para hombreras, forros de abrigo, cazadoras...

Este tipo de actividad tenía dos focos en Torrejoncillo: Las guatas de la Cruz y las Guatas del Fomento.
El origen de las Guatas de la Cruz se data en el año 1934 aproximadamente y era propiedad de 3 socios y cuya sociedad se denominaba LLANOS-NÚÑEZ-MUELAS.

El proceso que se seguía era el siguiente:

- Los trapos y desperdicios se pasaban por una máquina trapera, que los deshacía, quedando deshilado y convirtiéndose en "borra". Estos trapos, normalmente eran comprados al ejército, a los sastres, modistas, fábricas de ropa...

- Posteriormente, la borra pasaba por la máquina llamada "diablo", la cual, esponjaba dicha borra y quedaba como algodón deshecho.

- Finalizado este paso, se entraba el algodón esponjado y desecho en las "cardas", juntándose y quedando como una manta de algodón.

- Efectuado el cardado, se pasaba a la "mesa de encolar". Sobre ella se ponía el rollo de algodón y se encolaba, proporcionándole el "apresto" de cola, para que no se separara. Después se tendían en unas cañas, o en tendederos de madera, para que se secase, dejando la parte encolada al aire. La cola utilizada para  este proceso de encolado, era cola en pastilla. Ésta era echada en una tinaja, y se removía, saliendo una espuma, la cual era la que se aplicaba a la pieza.

- Una ves que se secaba la cola, y la manta de guata estaba dura y tiesa, llegaba el momento de pasara la "mesa de cortar". En este último paso, se doblaba la manta en tres partes, y se cortaba siempre, más o menos, del mismo tamaño.

- Las guatas ya estaban listas para utilizar, pero ya cortadas, se enfardaban o empaquetaban para enviarlas a los distintos lugares, talleres de sastres, comercios... Los fardos eran vendidos a peso, y el fardo de 5 duros, era de unos 25 ó 30 kg. aproximadamente.

La producción que había, era, en un día 20 docenas, en una semana 120, en un mes 480, y al año 5760, todo ello en relación a una sola persona. Cuando la demanda era mayor, el trabajo era doble, dedicando incluso los domingos a esta labor. En los tiempos de máximo esplendor de la fábrica, llegaron a trabajar hasta 18 personas que se repartían entre las distintas secciones y pasos de fabricación.

La fábrica de guatas, fue cerrada en la primera década de los años 60, y su cierre, fue impulsado principalmente por la llegada de la espuma y otros elementos que se han introducido en la industria textil.

En el año 1937, cada una de las mujeres que trabajaban tenían un sueldo de 1 peseta, siendo el salario normal de un obrero 5 ptas. Cuando se cerraron las guatas, se ganaba 40 ptas. mientras que el salario base, era de 6 ptas más o menos.

Las guatas del Fomento, recuerdan los familiares de sus propietarios, que ya existían desde hace unos 160 años. Vendían los paños por la zona de Mérida y eran gente de bastante poder económico. Tenían guardas de seguridad para acompañar la mercancía, que a través de Mérida, era comercializada en toda Andalucía. Posteriormente, se montaría una nueva empresa con más máquinas y lo que el momento les permitía. De las guatas de la Cruz, se separó uno de los socios por ciertos motivos y se unió a las Guatas del Fomento, creando lo que es hoy, el Fomento. En un principio, se montó la fábrica de guatas con todas sus máquinas y sus respectivos empleados. Tuvieron tanto éxito, que más adelante montaron máquinas para hacer mantas y paños, en todo su proceso, excepto el paso de dar brillo, para lo cual, llevaban las piezas a Béjar. En el año 36, se dedicaron a hacer mantas para el ejército, a parte de vender sus productos por toda España. En el año 39, la producción fue empeorando y se dedicaron a hacer género para abrigos y trajes, siguiendo el mismo proceso de fabricación, llevándolos a Béjar a darles brillo, para volverlos a traer y distribuirlos a través de sus representantes en la zona Centro, Madrid y al sur, en Sevilla. Estos representantes, se encargaban de vender a los sastres y a las tiendas. Para acelerar el proceso, construyeron un horno potente, a base de tuberías y demás instalaciones, para secar los paños y el género, ganando tiempo.

Fue por culpa de este horno, instalado por una compañía alemana, por lo que en 1947/48, hubo un gran incendio que destruyó toda la fábrica, y por más prisa que se dieron para sofocarlo, no lograron salvar nada, excepto las máquinas que estaba en el sótano. Se recuerda que el farmacéutico que había en Torrejoncillo, y otro señor, compraron estas máquinas y se las llevaron fuera, a otro pueblo, para montarlas y seguir la producción. De esto, no se sabe más.
En estas guatas, trabajaban siempre unas 20 ó 25 personas.

Hay que hacer una llamada de atención a lo que han constituido las guatas como elemento característico en la industria torrejoncillana. Actualmente, asistimos a la evolución en cuanto al tratamiento y reciclaje de papel, vidrio, plástico...

La nota característica de las guatas era la utilización de ropas viejas y trapos de desecho para su fabricación. Es pues, un hecho claramente palpable, que Torrejoncillo, y las guatas, han sido unos adelantados a su tiempo, y es obvio y comprensible el motivo que nos induce a expresar esta aseveración. Estos pioneros del reciclaje, iniciaron una actividad que ha movido los hilos de su pueblo, en el que la industria y artesanía, han estado entrelazados y sincronizados con una población que bien podemos decir constituía el progreso en sí misma.

Texto recopilado de la Revista "El telar 1994"

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