Aquí os dejamos un precioso relato de una persona muy entrañable y querida para la Asociación Cultural, que a menudo nos hace disfrutar con sus melódicas palabras. Enhorabuena por tu trabajo y dedicación, Mª José.
“Buscabas un refugio al mediodía” (Ángel Campos)
De vez en cuando, me gusta perder la cuenta de los días y atesorar la ternura de las gotas de lluvia en el frasco transparente de los recuerdos.
Me miro las manos, conectadas al corazón, y siento que guardan la dicha de esos días.
La vida se compone de momentos, las más de las veces complicados, de digestión difícil. Pero hay veces, que la vida te besa dulcemente en la boca y tocas el cielo.
Cristo Rei puso a mi alcance el cielo de Lisboa. Todo se detuvo. Sientes que flotas, que vuelas, y te dejas llevar confiada por el viento…y manos invisibles te acarician y te dejas besar por todas las bocas dispuestas a dar besos.
El cielo de Lisboa huele a canela y al canto de las campanas en Alfama. Alfama… Las campanas en Lisboa suenan diferentes…alguien dijo escuchar sones de fado…¡tenía tan verdes los ojos…!
Y, entonces, te das cuenta de que existe la primavera, y vuelas…y vuelas… y eres también ese velero de velas blancas que surca el Tajo, inmenso, dejándose llevar por el arrebato caprichoso del viento…
Cierro los ojos,¡ y es tan mío el cielo de Lisboa!
Abro los brazos y dispongo mi corazón para que todo lo que estoy sintiendo quede adherido a su latido.
Y sé que mi camino y mi meta, no son otros que vivir desde el sentimiento, y tener tiempo para lo que realmente importa, que es buscar la manera de ser felices y hacer felices a los demás. Y esa felicidad, no lo dudéis, se encuentra escondida en un paisaje, en las formas caprichosas de las nubes, en los caminos infinitos que construyen hormiguitas multicolores en el puente veinticinco de Abril, en la sonrisa de quien se siente cómplice de todo cuanto te conmueve, en los brazos inmensos de Cristo Rei, en el objetivo preciso de la cámara invisible de Elvirita…
¡Shhhh…! En el interior de esa cámara dormirá para siempre un pedacito del cielo de Lisboa, y nos recordará que la vida puede ser maravillosa, sólo hay que salir a buscar esos momentos hermosos y hacer una remuda en el cuerpo y en el alma.
¡ Y sonríe, ya los inviernos se encargan de inventarnos la tristeza; pero ahora sabes que es primavera… primavera, y para siempre…para siempre tendrás a mano un cachito do céu de Lisboa, del cielo de Lisboa…por si las penas!
Mª José Vergel Vega
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